Zona atrincherada
“Las guerras las hacen hombres jóvenes que no se conocen, que no se odian, pero que sí se matan. Y las ordenan hombres viejos que sí se conocen, que sí se odian, pero que no se matan”
Muchas veces me he preguntado que impulsa al primer soldado que corre contra una posición enemiga bien atrincherada, a pecho descubierto, abriendo el camino al resto de sus compañeros ¿Cuál es la última motivación de tal acto de valentía para unos, de inconsciencia para otros? El hombre es fácilmente manipulable, especialmente cuando se consigue que las emociones nublen su mente.
Me ha asaltado este pensamiento, por analogía, cuando veía el viernes por la mañana posiciones compradoras en los máximos del año ¿Qué impulsa a un inversor a comprar un derivado o una acción en lo más alto del ejercicio, cuando tan sólo unos meses atrás podía haberlo hecho a la mitad o menos? ¿Qué emociones está sintiendo? ¿Qué imágenes del futuro proyecta su mente? Sí, ya sé que habrá quien acabe con un trozo de metal en el pecho en forma de condecoración, pero para la mayoría ese metal tendrá forma de bala.
Los vendedores se han atrincherado en la zona 11.950 del Ibex y hasta ahora han conseguido repeler todos los asaltos de los alcistas y ya van unos cuantos. Pero la cuestión no es si la cifra-trinchera será finalmente tomada, lo verdaderamente esencial es preguntarse ¿y después qué? ¿el 12.000, el 12.200, el 12.400? ¿Merece la pena dejarse la piel por unos cientos de puntos, en el mejor de los supuestos, cuando ya hemos recorrido varios miles? ¿Cuáles son los planes de esos hombres viejos que ordenan las guerras? ¿Y si a continuación hunbiera un cambio de estrategia y las manos fuertes decidieran que ya no es importante sujetar las Bolsas? Una vez más conviene apelar al sentido común, de lo contrario nos podemos ver inmersos en una posición sin sentido y más solos que la una.