domingo, 7 de marzo de 2010

Nada es imposible

Las Bolsas están mostrando una gran resistencia. Durante la semana pasada algunos índices consiguieron superar los máximos del año estableciendo estructuras gráficas que pueden modificar sustancialmente el escenario de medio plazo.
Cuando en el año 2.007 se inició la tendencia bajista partí de la hipótesis, cuyos argumentos se recogen en el artículo el mapa del tesoro, de que duraría un lapso temporal igual a la onda de corrección precedente y que su destino sería como poco la parte baja de la onda cuatro anterior. Esto significaba alcanzar al menos el 5.400 del Ibex en algún momento entre finales del 2.012 y principios del 2.013. Hasta el momento el desarrollo gráfico es perfectamente compatible con dicha propuesta.
La primera onda bajista, de julio del 2.007 a marzo del 2.009, diecisiete meses (tomando como base el S&P), fue sorprendente por la profundidad alcanzada para tan corto espacio de tiempo. En un pequeño periodo, comparado con el total previsto, nos habíamos acercado mucho al objetivo total de caída, era evidente que necesitamos un rebote intenso y prolongado. La reacción que se produjo fue proporcional convirtiéndose en una de las mayores de la historia. En aquel artículo lanzaba posibles escenarios sobre la duración y altura de dicho rebote. Se planteaba que la subida en tres ondas que se desarrollaba fuera el total del rebote y que la llegada al 11.600 del Ibex podría ser el lugar de giro y el reinicio de la tendencia bajista.
Se apuntó sin embargo la posibilidad de que las tres ondas vistas correspondieran únicamente al primer tramo del rebote, es decir a su onda A, por la sencilla razón de que restaba demasiado tiempo para consumir el total previsto para el conjunto del movimiento bajista. Después de un primer recorte el mercado volvió a ascender de forma débil y en cuña hasta principios de enero, aquella forma de subir anunciaba sin lugar a dudas que el recorte estaba cercano pero desfiguraba la estructura típica de una formación de rebote.
En enero de este año se produjo la caída esperada llevándose rápidamente toda la cuña alcista.
Durante el mes de febrero las Bolsas comenzaron a rebotar en lo que podría ser la reacción habitual antes de seguir descendiendo, sin embargo esta semana se ha alterado la situación. El hecho de que algunos índices, suizo, inglés, belga, Russell, Nasdaq o el Transportes del Dow, hayan recuperado toda la caída y hayan conseguido nuevos máximos nos abre un nuevo escenario digno de consideración.
En las actuales circunstancias, la opción más lógica es que las tres ondas de rebote a las que he hecho referencia fueran únicamente la onda A, configurando la caída de octubre, la cuña posterior y el descenso de enero la onda B. De esta forma aún estaríamos en pleno rebote y en el inicio de la onda C.
Podríamos ver pues una onda total de rebote similar a la caída precedente, en torno a los 17 meses, que nos llevase más arriba, incluso hasta los máximos históricos de nuevo, para asistir finalmente a una nuevo descenso hasta el destino apuntado en un periodo parecido. De esta forma se alcanzarían los objetivos en tiempo y dimensión apuntados por los gráficos de largo plazo.
De ser así, ahora deberíamos ver un impulso alcista en cinco ondas semejante al primero, unos seis o siete meses, que concluiría, más o menos, en septiembre de este año ( la duración es relativa y se basa únicamente en la similitud de ondas)
La altura que alcanzase esta supuesta onda es de gran importancia para el desarrollo futuro de las Bolsas a largo plazo.
Si llegásemos hasta los máximos históricos, estaríamos con seguridad ante una típica corrección plana, A:16.000-6.700, B:6.700-16.000 y C: 16.000-5.400, que confeccionaría una onda cuatro de superciclo y nos conduciría a un nuevo mercado alcista posteriormente. Sin embargo si el rebote fuese débil y se quedase corto cabría la opción de haber visto una formación 1-2 que implicaría el final de superciclo y un mercado bajista muy prolongado.
La estructura actual recuerda mucho a la desarrollada de mediados de 1.998 a principio de 2.000, lo que tiene sentido pues en realidad asistimos a una réplica de onda en grado mayor (ver el gráfico adjunto)
Aún es pronto para afirmar que va a ser así, pues los principales índices no han conseguido superar todavía los máximos de enero, pero el hecho de que varios índices si lo hayan hecho anima a analizar este escenario, aunque la posibilidad de que estemos en una onda cuatro aún no ha desaparecido.
Hay otros argumentos que apoyan dicha hipótesis, como el hecho de que el suelo del 2.009 se produjera en forma de hombro-cabeza-hombro invertido y que su proyección mínima no haya sido alcanzada todavía, así como que valores de gran ponderación como el Santander hicieran el techo del 2.007 en forma de murciélago lo que avisaría de la consecución de nuevos máximos en la onda de rebote.
Siendo una onda C debería estructurarse en cinco impulsos, por lo que una vez tuviésemos configurados los cuatro primeros podríamos proyectar con suficiente fiabilidad el alcance final y el punto de giro por tanto.
Está planteamiento es aún una mera posibilidad, y así debe tomarse, pero ya aporta suficientes argumentos como para ser tenido en cuenta.