lunes, 21 de diciembre de 2009

2.010: de vuelta a la realidad

Julio de 2.007 marcó el inicio de una tendencia bajista que aún se desarrolla. En aquellas fechas anunciaba un mercado de osos que se extendería, como primera hipótesis, hasta alguna fecha entre el verano del 2.012 y la primavera del 2.013. Dicho cálculo se sustentaba básicamente en la proporción de ondas (lo ortodoxo era el despliegue de una onda C de cinco años) y en la correlación de impulsos que se había desarrollado durante las tres últimas décadas. Los anteriores suelos de mercado se habían producido en los años 1.982-83, 1.992-93 y 2.002-03. Ambos hechos apuntaban al mismo destino temporal.
El año 2.008 fue sorprendente por la celeridad del movimiento bajista. El escenario económico se deterioró de tal forma que en año y medio algunos índices habían perdido más del 60%, unos desde julio y otros desde octubre del 2.007 hasta marzo del 2.009. Se hacía evidente que el castigo era demasiado intenso, no podíamos seguir descendiendo a ese ritmo. El rebote tenía que ser profundo y prolongado para ajustar tiempos y niveles.
Las alzas arrancaron en marzo, incluso con un pulso más vigoroso del previsto. El rebote debía alcanzar al menos la parte superior de la onda anterior y extenderse durante un periodo no inferior a la mitad del tiempo que había durado la caída. Esto implicaba, como mínimo, un alza del Ibex hasta el 10.000 y una prolongación temporal hasta el mes de octubre. Al día de hoy ya hemos conseguido alcanzar el 12.000 y aguantar niveles en diciembre.
La mayoría de índices, aunque no todos sí los principales, han conseguido recuperar el 50% de la caída sin superar el 61,8%, lo que abunda en la hipótesis de que el alza de este año es una reacción extraordinaria a una caída histórica dentro de un gran movimiento bajista.
Los últimos meses han sido absolutamente laterales, formando un área de distribución muy clara y relevante. Dicha zona de congestión se hacía necesaria puesto que el volumen de la subida había sido inusualmente bajo, con muy poca participación de los inversores particulares, guiada esencialmente por las manos fuertes que aprovecharon las ayudas estatales para manejar los mercados y obtener unas rápidas y abultadas plusvalías. Una vez más la liquidez se ha erigido en factor determinante. Sin embargo, a pesar del bajísimo nivel de tipos y las constantes inyecciones de liquidez por parte de los bancos centrales, la situación económica sigue tan débil que el dinero de los inversores no se ha dirigido a la renta variable en grandes cantidades, por ese motivo el proceso de liquidación de las manos fuertes esta siendo muy lento y dilatado.
Es difícil saber cuanto más podría prolongarse, especialmente por que el efecto de las ayudas en algunos sectores estratégicos (hasta el momento coyuntural), unido al maquillaje de datos y a la alteración de normas para poder presentar balances más saneados, ha creado una sensación de recuperación económica que hace dudar sobre cual es el verdadero estado de la economía. Los datos positivos podrían prolongarse durante un tiempo, de hecho parece que el PIB del cuarto trimestre de EEUU estará en torno al 4%. Pero esto no debe llevarnos a confusión, las Bolsas suelen adelantarse y descontar las noticias con mucha antelación, cuando estas lleguen los mercados ya estarán reflejando otros escenarios futuros.
Los gráficos nos indican que algún momento, no muy lejano, la recuperación se debilitará y volverán a surgir importantes problemas de fondo que has sido temporalmente apuntalados, lo que provocará el reinicio de la tendencia bajista.
Las inmensas ayudas aportadas no parecen haber resuelto los problemas finales, sólo han servido para salvar los muebles y lavarle la cara a la situación. La economía real sigue sufriendo, muchas empresas ven seriamente comprometida su continuidad, el desempleo es muy elevado (aún parece serlo más fuera de los números oficiales), la liquidez no llega a la calle, la morosidad muestra ratios peligrosos ( aún con singulares regímenes de adelgazamiento), el montante de la deuda es asfixiante y los déficits desorbitados.
En estas condiciones no parece posible que las Bolsas puedan sujetarse mucho tiempo, es más, las circunstancias se prestan a que afloren nuevas complicaciones de gran calado que pueda extenderse rápidamente de un país a otro, manifestando situaciones explosivas que no podrán ser atendidas por el dinero público como ocurrió anteriormente.
El dólar y el oro muestran comportamientos inquietantes que nos avisan de que estamos muy lejos del equilibrio y de la plácida bonanza. Y la espada de Damocles que las agencias de calificación han puesto sobre la solvencia de algunas deudas estatales no augura un horizonte mejor. Por el momento se han atrevido a señalar a Dubai y Grecia y a dar un toque de atención sobre la situación de Irlanda y España, pero en los próximos meses podrían apuntar hacia Gran Bretaña y EEUU, en similares condiciones.
El debate sobre si la inflación está a punto de despertar o no y sobre la necesidad de ir retirando las ayudas inmediatamente o mantenerlas unos meses más tampoco es tranquilizador. Mientras tanto muchos bancos pequeños y medianos siguen quebrando y erosionando el dinero del contribuyente que se ve amenazado con subidas de impuestos que llegarán inevitablemente. Además siguen extendiéndose rumores sobre la posible quiebra de algunos estados americanos, señalando principalmente a California.
Son demasiados elementos desestabilizadores para confiar en que continúen las alzas en los mercados de renta variable, más aún cuando observamos en los gráficos que los niveles alcanzados se han debido exclusivamente a la revalorización de los títulos con mayor ponderación y rentabilidad por dividendo, mientras que otros, más indicativos de verdaderas recuperaciones económicas han registrado comportamientos mucho más discretos y ya han reiniciado desarrollos bajistas.
Se puede inferir de todo lo apuntado que el 2.010 será el año de vuelta a la realidad. Con un pequeño tramo adicional de subida o sin él, pronto se reanudará la tendencia bajista. Aún no podemos saber si lo hará de forma violenta, en farragosos movimientos de zigzag o en impulsos continuos y sostenidos. Habrá que esperar a conocer la naturaleza y forma del giro para poder dilucidar como será el proceso al que aún podrían restarle años.
La onda cuatro anterior, lugar natural de encuentro en cualquier mercado en reacción bajista se ubica en el 5.400 del Ibex, y ese no sería más que el objetivo mínimo, no podemos asegurar que sea el suelo definitivo. Sé que al día de hoy es difícil imaginar caídas de esta magnitud pero cuando el Ibex estaba a 16.000 fuimos capaces de intuir un gran movimiento bajista y la realidad se encargó de superar nuestros pronósticos.
Por el momento no es posible vislumbrar un futuro positivo para las Bolsas, hace mucho tiempo que el mercado no da señales inequívocamente alcistas. Las últimas subidas no acaban de convencernos ni modifican nuestras sensaciones, no cuadran con el carácter de un genuino mercado al alza, estos son alegres, vibrantes, con participación casi total de los valores y transmiten la confianza que permite dormir tranquilo, tal como sucedió a mediados de los ochenta y de los noventa, nada que ver con el avinagrado mercado actual. Algún día volverá el verdadero apetito comprador, siempre lo ha hecho,”but no yet” Antes habrá que cruzar el desierto, dosifiquen medios y energías, utilicen el sentido común, aún corren tiempos inciertos.