El estado de sobre venta y el pesimismo eran muy altos tras seis semanas de bajadas, le costó hacer suelo, pero finalmente la mezcla del desenlace griego y el cierre de semestre han provocado el efecto alcista necesario que esperábamos. Las alzas han sido rápidas e intensas recuperando una buena parte de lo perdido en muy pocas sesiones. Los indicadores están subiendo con celeridad disipando la situación técnica que impedía más recortes, en pocas sesiones más, aunque se detuvieran las subidas, tendremos una situación neutra que reflejará la verdadera fuerza del mercado. Ya hemos dicho muchas veces que sería este el momento verdaderamente relevante, la altura y duración del impulso alcista será la que nos conteste el dilema ¿hemos acabado un movimiento correctivo y reiniciado las alzas o hemos empezando un mercado bajista y estamos en su primera reacción? o lo que es lo mismo ¿hemos comenzado la onda quinta del rebote o estamos en la onda dos de un bear market? Tendremos que esperar aún unas sesiones para saberlo, siendo hoy viernes y primero de mes y el próximo lunes la festividad del 4 de julio en Usa no podremos salir de dudas de forma inmediata. Sí podemos ver en los gráficos que los índices estadounidenses se han detenido en zonas muy significativas para los gráficos semanales, zonas desde las que se podrían dibujar grandes figuras de hch en el caso de que tuvieran movimientos laterales de una o dos semanas. Estos gráficos muestran importantes divergencias bajistas.
El QE2 ha quedado atrás, la burbuja anticontagio en la que Bernanke había puesto a los mercados financieros ha llegado a su fin, ¿podrán sobrevivir en el entorno tan hostil que hay fuera o serán necesarias nuevas medidas de protección? Los 600.000 millones han salvado a la economía financiera en el corto plazo, pero poco o nada ha llegado a la calle donde las condiciones son extremadamente duras.
No hay inversores finales, ni los puede haber, los mercados como demuestran los últimos datos de los insiders se han sostenido a base de la recompra de acciones de las propias empresas, vía beneficios, vía inyecciones de la Fed, pero esos ejecutivos, que son los que mejor conocen sus empresas han comprado con un dinero que no es suyo, sino de los inversores o de los bancos centrales, por voluntad propia o presionados, pero lo cierto es que su dinero personal, ese que es la mejor señal de confianza, permanece alejado de los títulos cotizados, apuestan por sus empresas sí, pero con el dinero de otros, una historia que viene repitiéndose demasiadas veces y que no augura un futuro prometedor.