lunes, 28 de septiembre de 2009

Crisis de Diseño

                                  
¿Qué está ocurriendo en la economía mundial? ¿A qué se deben las oscilaciones históricas de la renta variable? ¿Por qué el mercado inmobiliario ha pasado del éxtasis al colapso en un periodo tan corto de tiempo? ¿Dónde nos conduce el proceso de globalización acelerada que estamos experimentando? ¿Cuál es el estado real del sector financiero? ¿Dónde está el dinero? ¿Cómo se ha llegado a una deuda tan desorbitada? ¿Qué hay detrás de la debilidad del dólar? ¿Por qué se ha vuelto tan volátil el petróleo? ¿Quién está acumulando oro?
Tanta pregunta sin respuesta y tanta convulsión producen una sensación inquietante.
Para el ciudadano de a pie cuya única información es la que le ofrecen los telediarios y cuyo horizonte de reflexión no va más allá del partido del próximo domingo, esto son “cosas que pasan”, la alternancia de buenas y malas épocas ¿pero realmente es así?
Los que observamos continuamente los mercados intuimos que ya nada funciona como antes, huele raro, ocurren demasiados hechos inexplicables que parecen de laboratorio, artificiales. Da la impresión de que asistimos a secuencias preestablecidas que se van sucediendo una tras otra completando un escenario bien planeado.
Los periódicos se ceban en la ineficiencia de los banqueros, en sus bonus desmesurados, en sus créditos descontrolados que nos han conducido al desastre. Muchas veces he oído comentar, refiriéndose a las subprime, lo ciego que hay que estar para haber concedido dichos préstamos y mofarse de su capacidad para manejar el negocio, viniendo a decir “tan listos que se creían y no lo hubiese hecho peor ni el más estúpido” ¿No han pensado que quizá lo estúpido sea realizar ese comentario?
¿Creen de verdad que los individuos mejor preparados, los mejor informados, van a cometer el error de conceder préstamos para comprar viviendas en masa a personas sin recursos a un interés ridículo? ¿No sería mejor preguntarse por qué lo hicieron?
¿Es casualidad que cuando se había producido un endeudamiento general de la población con hipotecas vitalicias, desaparezca instantáneamente la liquidez y se derrumben los precios?
¿Cuáles serán las últimas consecuencias de esta situación?
Los estados se han rascado el bolsillo más allá de lo prudente, pero lo único que han conseguido es contagiarse del mismo mal, ya no se podrá contar con su ayuda, es más, planean subidas de impuestos y recortes de gastos para reequilibrar las cuentas, casi podría decirse que ahora son un lastre.
Y mientras el tejido empresarial se va destruyendo, el desempleo bate marcas, la financiación sigue desaparecida, el consumo se retrae y el comercio internacional permanece bajo mínimos, las Bolsas suben ¿suben? Sí, suben, como nunca, ¿No será otra secuencia programada? ¿no sufrirá la poca liquidez que resta el mismo destino?
Si el panorama de recuperación que ahora nos dibujan se truncase “por cualquier circunstancia”, el agravamiento de la situación sería muy serio. Familias, empresas y estados han agotado las reservas que tenían para los malos tiempos. En ese hipotético escenario ¿quién podría tirar del carro? ¿una población dormida e indolente? ¿un poder económico cuyo interés primordial es saber dónde está el límite soportable de precios, tarifas y comisiones? ¿unos políticos maleables, con adicción al cargo, que cuando sean desbancados se encogerán de hombros y “si te he visto no me acuerdo”? ¿unos estados tan endeudados como los propios ciudadanos y que han transferido gran parte de sus poderes a estructuras supranacionales? ¿unas organizaciones internacionales complejas y confusas, lentas y anónimas, que no se sabe muy bien a que intereses obedecen y permeables a presiones invisibles?
Un sentimiento de desamparo se extendería por todos lados.
Esta crisis no es una crisis más, tiene aspecto terminal, de cambio paradigmático, una nueva realidad está emergiendo y sólo podremos contemplarla con una perspectiva temporal. Las fechas que estamos viviendo quedarán reflejadas en los libros de historia con letras mayúsculas y serán utilizadas de marco referencial para los sucesos que se produzcan en otras aún muy lejanas. Una forma distinta de entender el mundo esta desarrollándose ante nuestros ojos pero al igual que ocurre con la hierba no podemos apreciarlo mirando de instante en instante.
Deberíamos ir despertando y saliendo de nuestro pequeño círculo de seguridad miope.
Dicen los sabios, con ironía, que el secreto de una inversión es comprar barato y vender caro ¿creen que los precios actuales de la Bolsa son caros o baratos? Con un futuro tan incierto conviene meditar pausadamente las acciones que emprendamos, quizá tanto brote verde, sintético o natural, no nos esté dejando ver el bosque.
Las crisis representan un peligro de empobrecimiento para los muchos que actúan sin saber y una oportunidad de enriquecimiento para los pocos que saben lo que hacen.