jueves, 25 de noviembre de 2010


Gráfico del Euronext 100.
Siempre digo que las ondas se sienten y después se cuentan.
Mi sensación personal fue que en octubre del 2.009 se acababa un impulso alcista fuerte y fácilmente reconocible, así lo escribí en mis artículos y fue la fecha en que liquidé mis posiciones alcistas, es algo que simplemente se nota. Después me sentí sorprendido porque los mercados no acaban de caer y durante los meses siguientes hasta junio de este año la sensación dominante fue la confusión y un suave aroma bajista. A partir de julio la sensación alcista volvió de nuevo, pero sin fuerza y cogida con alfileres, con la certeza de que estábamos ante el último coletazo del rebote donde no se debía buscar el lado largo sino el techo del mercado. Esta es mi postura en el momento actual. Si se dan cuenta esas sensaciones se ajustan a las características de una onda A fuerte, una B compleja y una C débil. Este es el recuento para el Euronext atendiendo a dichas sensaciones. La percepción actual es que falta algo  más al alza para poner el punto final. Curiosamente de esta manera las tres ondas tendrían una duración similar, entre siete y ocho meses cada una.
La sensación que no me ha abandonado en ningún momento es que estamos en un mercado bajista de largo plazo y que las alzas desde el 2.009 son una onda B de rebote que será desandada en su totalidad hasta ver nuevos mínimos.

lunes, 22 de noviembre de 2010

La misma música, pero en una octava mayor

Cuando empezó la crisis actual, escribí un artículo en este foro donde intentaba hacer reflexionar a aquellos que se burlaban de los banqueros “zoquetes” que habían concedido créditos incobrables en masa. Procuraba hacerles entender que las mentes que diseñan los productos financieros y las estrategias económicas, pueden ser calificadas de diferentes maneras, pero no de estúpidas. Hoy son multitud los analistas que escriben enmendándole la plana al bueno de Ben, sorprendidos de que ellos vean con tanta claridad lo que no ve el presidente de la Reserva Federal, que su plan no estimulará la economía y tendrá efectos perversos. Sólo hay que analizar las actuaciones de la Fed y sus consecuencias a lo largo de sus cien años de historia para ser consciente de que pocas veces han tenido como fin la consecución del bienestar económico “general”.
Dichos análisis parten simplemente de una premisa inadecuada. Más pertinente sería interrogarse sobre donde va el dinero impreso y con qué fin.
En su día reflexioné públicamente sobre la expansión brutal del crédito anterior a la crisis y nunca supuse que su irracionalidad se debiera a una enajenación transitoria, estaba convencido que su intención era precisa y calculada. Cuando el grifo de liquidez se cerró total y repentinamente fue evidente: se había puesto en marcha una bola de nieve perfectamente dirigida. En diferentes artículos hemos comentado este proceso, hablamos de la ola de morosidad, del estrangulamiento financiero, de crisis de diseño, del “imprescindible y urgente” plan de rescate, y de que serían los estados lo que acabarían con el agua al cuello al intentar salvar a sus vástagos, recomendamos comprar oro como único activo seguro, y hablamos de la fragilidad del papel moneda, de la encrucijada en la que acabaría la deuda pública y de que todo activo basado en la confianza resultaría dañado ¿creen que somos adivinos? Como advertíamos dejaríamos de hablar de la insolvencia mi vecino, para pasar a hablar de la de mi banco y acabar hablando de la de mi país.
¿Porqué no dejamos de distraernos con las noticias puntuales y observamos la realidad sin más? Un puñado de entidades financieras, cuyo rastro está al alcance de cualquiera que quiera escarbar un poco, nos llevaron con su, ambición dicen, al borde de un abismo que necesitaba una acción urgente y masiva para salvar el sistema, se hizo cuanto decían que había que hacer y hoy se encuentran todos los agentes económicos en apuros, unos más que otros, y aquel puñado de bancos disfrutando de la mejor posición que hayan tenido nunca. Sí, ya sé que todo se debe a los ciclos, es cierto, estos existen, pero se materializan de una forma precisa y este lo está haciendo así. Los políticos, los Estados, están perdiendo poder lenta pero inexorablemente en aras de entes internacionales incontrolables, opacos, anónimos, y de inmensas corporaciones privadas todopoderosas cuya tela de araña llega a todos partes. Esta crisis es esencialmente una “privatización del poder”, sus consecuencias marcarán el futuro de la humanidad en su conjunto. El que tenga ojos que vea. Quieran o no quieran esto va crecer de tal forma que lo verá hasta el más ciego.